Hace dos domingos leí en el diario La República un texto de Óscar Miranda y con fotos de Marco Ugarte, sobre Lurgio Gavilán, quien de niño fue militante del grupo terrorista Sendero Luminoso, que luego devino a soldado con la ayuda del teniente de una patrulla que lo capturó dándole una nueva oportunidad de
vida y que finalmente llegó a ser un fraile franciscano.
Él, actualmente es un antropólogo que vive en México y acaba de publicar un libro donde cuenta su extraordinaria historia.
Lo siguiente, es un pequeño extracto de aquella nota que me llamó la atención:
"Meses después, estaba en la casa de Juan Luis Cipriani, en Huamanga,
para pedirle que lo admitiera en la Iglesia. El entonces obispo de
Ayacucho le pidió que le contara su vida. Cuando supo que había sido
militar, lo interrumpió: "¡Al cuartel van las prostitutas!, ¿verdad?".
Lurgio admitió que sí. Cipriani le dijo que un pecador no podía ser
sacerdote. El ex soldado dejó la casa al borde de las lágrimas."
Entonces me dije que era curioso que al entonces obispo Cipriani le preocupe más las prostitutas que un militar se haya tirado en su vida, que las muertes que haya podido haber hecho.
Pero bueno, los curas siempre tienen ese asunto no resuelto de la sexualidad.
Y añadí jocosamente para mí (sin ninguna ulterior malicia), que si fuera por Cipriani, él descanonizaría al santo Ígnacio de Loyola, que fue militar.
Y allí quedó todo. (al menos momentáneamente)
Sí, momentáneamente, porque mucho tiempo después, y al acordarme del santo aquel, lo busqué en Wikipedia y resulta que San Ígnacio de Loyola además de militar y santo, fue el creador de la orden de los jesuitas.
Y el entonces obispo y ahora actual cardenal Cipriani tiene su corazoncito por los del Opus Dei y a los jesuitas como que no les tiene mucho afecto que se diga.
¡Vaya con las cosas medias raras que tiene el cardenal en su cerebro!
Fuente:
http://www.larepublica.pe/04-11-2012/soldado-de-sendero-del-ejercito-y-de-dios
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